Confluències en art i educació - page 103

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Confluències en art i educació / L’educació formal com a interlocutora en l’acció educativa del museu
equipos comprometidos y eficientes,
con personas que ayuden a mejorar
la oferta educativa de los museos, y
que también deberán redefinir el pa-
pel de losmismosmuseos ennuestra
sociedad, con modelos mucho más
porosos, fronterizos y sugerentes.
Además, el diploma instituye lafigura
del educador de museos, un profe-
sional formado a nivel universitario.
Este título capacita a las personas y
comprometea las instituciones.
Con la creación de esta titulación
universitaria visibilizamos la figura
del educador de museos de arte. El
programa del curso está basado en
cuatro entornos de contenidos: una
introducción al rol educativo de los
museos de arte, una revisión de las
formas de educar en los museos,
un relato del hecho artístico como
transmisión de valores estéticos, y
un acercamiento a las industrias cul-
turalesdesdediferentesámbitos (co-
municativo, político, social y tecnoló-
gico). Los especialistas en educación
artística en museos son conscientes
de su papel en la formación estética
de los ciudadanos, empezando por la
formación de los públicos escolares.
También resulta evidente la relación
que debe impulsarse entre los edu-
cadoresdemuseos y losmaestrosde
escuela.
Me he referido a esta trayectoria
universitaria volcada en la investiga-
ción y ladocencia sobre la educación
en museos porque el nacimiento de
la Asociación AVALEM está direc-
tamente vinculado con el curso de
postgradodel cual hemoshablando, y
relacionadocon todas lasactividades
que generamos desde de la Univer-
sidad de Valencia. Desde hace unos
años, al inicio de cada curso, durante
el actodepresentaciónquehacemos
los directores y una parte del profe-
sorado del curso, una de las iniciati-
vasqueseproponíanal alumnadodel
postgradoera lade crear una asocia-
cióndeeducadoresdemuseos.Hasta
ahora esta propuesta no había pros-
perado. Pero este año han confluido
una serie de factores que han ayu-
dado a formar la asociación. En este
momento (y en esta Jornada se hace
públicopor primera vez) yapodemos
decir que existe la Asociación Valen-
ciana de Educadores de Museos y
Patrimonios, AVALEM.
Laasociación seha creadoenunmo-
mento complicado. A la coyuntura
económica desfavorable y a la falta
de posibilidades laborales, hay que
añadir el elemento descrito al inicio:
el hecho de que los consejos escola-
resoptanporeliminar lasactividades
extraescolares y, por tanto, las visitas
amuseos. Anteestepanoramadesfa-
vorable, yposiblementepor estemo-
tivo, debemos estar más unidos que
nunca. Las iniciativas del colectivo
siempre tendrán una mayor posibili-
dadde futuro si existeuna fuerzadel
conjunto, más allá de los problemas
personaleso las solucionesparticula-
res. En cualquier caso, ydesde launi-
versidad, continuaremos atentos a lo
que va pasando, tanto en losmuseos
comoen lasescuelas, yevidentemen-
te, continuaremos formando tanto a
los maestros como a los educadores
demuseos.
El interés por los museos de
un profesor universitario de
educación artística
Desde hace veintidós dos años soy
profesor de educación artística en la
Facultad deMagisterio de laUniver-
sidad de Valencia. Antes ejercí cinco
años como profesor de clarinete en
el Conservatorio. Son historias per-
sonalesquevan íntimamente ligadas,
ya que estoy convencido de que mi
pasión por los museos está marcada
por las visitas que hacía de pequeño,
cada semana, al Museo Paleontoló-
gico de Valencia. El Museo Paleon-
tológico estaba ubicado en el edifi-
cio del Almudínmedieval, al lado del
Conservatorio Superior de Música
de la plaza de San Esteban, el único
Conservatorio que había en esemo-
mento en Valencia. Desde los ocho
años fui alumno. Si hago un repaso,
mi infancia está marcada por dos
museos dehistorianatural: elMuseo
Paleontológico de Valencia (actual-
mente desaparecido) y el Museo de
Ciencias Naturales de Onda. Estos
dosmuseosdisponíandecolecciones
muy atractivas para cualquier niño,
ya que los animales (a pesar de estar
disecados) sonelementosseductores
para la imaginación infantil. El primer
museo de arte que recuerdo haber
visitado fue el Museo del Prado, en
Madrid, y fueprecisamenteenunavi-
sitaescolar.Mispadresnuncame lle-
varonaunmuseo. Peroyo iba, yaque
siempremehangeneradouna fuerte
atracción. Fueron losmaestros, como
ocurre la mayoría de veces, quienes
meacercarona losmuseos.
Como profesor universitario de edu-
caciónartística siempre intentoacer-
carme a los intereses del estudiante
con quien comparto la docencia.
Habitualmente inicio las clases con
conversaciones, en las que animo al
grupo a participar. También cuan-
do empiezan las clases les paso una
encuesta, un cuestionario anónimo,
para conocer mejor sus gustos y sus
preferencias. Además, teniendo en
cuenta que nuestramateria no tiene
una continuidad definida a lo largo
de los estudios, ya que se trata de
un elemento curricular intermitente
en las diferentes etapas, siempre he
considerado muy oportuno poder
iniciar los cursos presenciales par-
tiendo de un recorrido por aquellas
geografías que pueden ser más cer-
canas al alumnado. Desde la primera
edición del postgrado en Educación
Artística y Gestión de Museos he
pasado cada año una encuesta indi-
vidual a los participantes. Conservo
los cuestionarios y compruebo que
mehan resultadomuyútilesparade-
tectar la evolución de sus intereses.
La informaciónquemeproporcionan
los cuestionarios es al mismo tiem-
po un barómetro sobre ciertos usos,
hábitos y costumbres que ha vivido
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