Exposición permanente
Bronze nu. Julio Antonio: Una vida de escultor
#MAMT
El Museu d’Art Modern de Tarragona recibió en 1968 el legado de una gran parte de la obra del escultor Julio Antonio (Móra d’Ebre, 1889 – Madrid, 1919).
Aunque en la exposición se pueden ver varias facetas del trabajo de Julio Antonio, de quien hay que destacar su labor en la renovación de la escultura en el Estado español y su vinculación al movimiento literario de la Generación del 98, el objetivo principal de la muestra es acercar a la ciudadanía de nuestras comarcas y a los visitantes en general el Monumento a los Héroes de 1811, y realzar la relación existente entre el arte y la sociedad con la que convive.
Hay que decir, también, que la ubicación del monumento —Rambla Nova, en el cruce con las calles Yxart y Cañellas— lo ha convertido en un icono de la ciudad pero, aún así, muchos de los que han hecho suyo este espacio difícilmente nos podrían decir cuatro datos sobre el monumento.
La familia se traslada a Tarragona y habitó en la calle Augusto, chaflán con la de San Agustín.
Asiste a las clases del Ateneo Tarraconense para la Clase Obrera; y sus profesores fueron: Marià Pedrol, de dibujo, y Bernat Verderol, de escultura.
El padre de Julio Antonio es destinado a Cuba, y el resto de la familia se traslada a Barcelona.
Julio Antonio continua su aprendizaje en el taller del escultor Feliu Ferrer i Galzeran.
Nuevo traslado de la familia, ahora a Murcia, donde Julio Antonio realiza el primer grupo escultórico conocido Flores malsanas.
En las cartas que en esta época escribe a su familia establece las bases teóricas de su futuro:
“Yo pediré la protección a las grandes obras de los grandes maestros clásicos, les diré que me enseñen donde esta el misterio de la forma y de la belleza y es indudable que estudiándolas y rechazándolas mucho me lo dirán y entonces será cuando haré mi obra, entonces será cuando triunfe mi inteligencia...”
Su circulo en Madrid lo forman Miquel Viladrich, Victorio Macho, Enrique Lorenzo Salazar y Lluís Bagaria.
Con Miquel Viladrich Julio Antonio establece su taller en la calle Villanueva.
Conrea l’amistat de Ramón Gómez de la Serna; els seus escrits esdevindran essencials per conèixer la vida i l’obra de Julio Antonio.
La Diputación de Tarragona le concede una bolsa de viaje de 1000 pesetas y el escultor viaja durante tres meses por Italia. Acompañado por su madre visita Roma, Florencia y Nápoles. Este viaje le permite conocer directamente la obra de dos de los grandes escultores que, junto con Rodin, mas influyeron en su arte: Donatello y Miguel Ángel.
A su regreso de Italia se instala en Almadén con Lorenzo Salazar y trabaja en la serie Bustos de la Raza.
Todo ello lleva a algunos estudiosos a afirmar que Julio Antonio encarnó, como ningún otro escultor, los ideales de esta generación. Ideales de regeneración que les permitieron vencer el derrotismo en que se vio sumido el Estado español en el cambio del siglo XIX al XX.
En 1908 para obtener sus modelos Julio Antonio emprende un viaje por España acompañado de Miquel Viladrich, en busca del contacto directo con la realidad del país, de los personajes que trascienden su individualidad para convertirse en un eterno presente.
En 1909, realiza: Minera de Puertollano, Rosa María, Mujer de Castilla, Ventero de Peñalsordo, y al año siguiente, Hombre de la Mancha y Minero de Almadén.
El precedente de todas estas obras fue María la gitana, amante que fue del Pernales, y el epílogo el retrato del poeta Lasso de la Vega; Dos representaciones particulares de dos personajes que tienen una historia propia pero que transmiten al mismo tiempo todo el simbolismo de los Bustos de la Raza.
En 1914 Julio Antonio efectuó una estancia en Ávila y en la Sierra de Guadarrama para volver a trabajar en la serie de los Bustos de la raza y para recuperar un poco la salud. A ésta época pertenece: Moza de Aldea del Rey, Ávila de los Caballeros, Cabrero de las tierras de Zamora y El Novicio.
En 1811 gana el concurso para la realización del Monumento a los Héroes de Tarragona; su proyecto es seleccionado entre las propuestas de Anselm Nogués y de Carles Mani.
Julio Antonio traslada su taller de Madrid a un anexo de la “Fundición Codina”. Trabajar en la fundición, en un estudio de dimensiones más amplias, le permitía abordar obras de gran envergadura como el Monumento a Chapí, la estatua de Wagner y la escultura de San Juan.
Ramón Gómez de la Serna funda en Madrid la famosa Tertulia de la Cripta del Pombo, por la que pasaron numerosas personalidades del mundo literario y artístico. Julio Antonio fue uno de los primeros; el escritor lo describía así:
“Aparece a veces con su cara de cantaor flamenco, con su mirada tosca y renegrida, y sus manos de cachetero, de matarife, manos que accionan en el aire como si llenas de barro hurgasen el barro, el dedo índice siempre “palillo” del escultor que modela lo que dice...”
La idea surgió del primer conde de Rius, Marià Rius i Montaner, quien donó la cantidad de 11.000 pesetas a la iniciativa, mientras que el Ayuntamiento de la ciudad en concedía les 14.000 pesetas restantes.
El 11 de Abril de 1910, la Corporación Municipal convocó un concurso de carácter restringido para su ejecución, invitando a: Carles Mani, Anselm Nogués i Julio Antonio.
El jurado estaba integrado por los escultores Josep Llimona y Miquel Oslé, el catedrático de dibujo del Instituto de Tarragona, Francisco de Cidón, y el historiador Emili Morera.
El día 9 de Abril de 1911 se publicó el nombre del ganador: era Julio Antonio, con el segundo proyecto.
En la memoria del proyecto Julio Antonio escribe: ...huyendo de todos los repudiables monumentos a los héroes de la independencia inaugurados efímeramente, en que todo se ha resuleto con escopetas, morriones, espadas, cañones y figuras inverosómiles i de pésimo gusto... he sentido y siento como escultor dar la sensación de heroismo por medio de la forma desnuda más bella y armoniosa que mi inteligencia y mis fuerzas alcancen.
Acabado el esbozo definitivo en bronce, el Ayuntamiento de Tarragona solicitó a Ramón de Valle Inclán y a Julio Romero de Torres profesores de estética y de vestiduras respectivamente de la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid, un juicio sobre el grupo escultórico que fue valorado “como una obra que por su sentido artístico, fuerza emotiva y factura inmejorable, puede considerarse como la más alta representación del arte contemporáneo”
Ante la inminencia de la celebración del centenario del sitio de Tarragona, el 23 de Septiembre de 1910, se colocó la primera piedra del monumento y, en el mes de Mayo de 1911 se había realizado el basamento y el ajardinado de la obra en su emplazamiento, en la Rambla de San Juan, cruce con la calle Cañellas y calle Yxart. Pero la enfermedad pulmonar que afectaba a Julio Antonio retrasó la ejecución definitiva.
Además las dificultades para la concesión del bronce por parte de la fundición, dieron como resultado que Julio Antonio no pudiera ver su obra finalizada, ya que falleció el 15 de Febrero de 1919.
Finalmente en 1920, el Ayuntamiento de Tarragona delegó en el discípulo de Julio Antonio, Enrique Lorenzo Salazar, la responsabilidad de la supervisión de la fundición contratada con la empresa Mir y Ferrero de Madrid.
El 9 de Febrer de 1922 se inaugura la exposición del Monumento en el Museo de Arte Moderno de Madrid, por el ministro de Instrucción Pública y posteriormente fue trasladada a Tarragona.
Después del éxito conseguido en Madrid, resulta incomprensible la postura de un sector de ciudadanos cuestionando la ubicación de la escultura en la Rambla de Tarragona, las razones de la polémica eran:
- Por un lado que podía restar visualidad y perspectiva a la Rambla.
- Por otro lado que la exhibición pública de un grupo escultórico de figuras desnudas podría ofender a los viandantes.
La polémica quedó reflejada en las opiniones en favor y en contra aparecidas respectivamente en el Diario de Tarragona y a La Cruz.
Finalmente, el Monumento se coloca en el Museo Arqueológico de Tarragona, situado entonces en la plaza de la Font de la ciudad.
No obstante, una parte de los ciudadanos continuaba pidiendo al alcalde de Tarragona, Andrés Segura y Donato, que el monumento fuera cubierto con un paño, y una canción popular, con la música d’ “Ai mare” iba de boca en boca, ironizando la situación: Les dames estropejoses a l’Alcalde han fet compliment i han dit al Senyor Segura que tapi aquell monument.
El advenimiento de la República, en 1931 propició la colocación definitiva en el lugar inicialmente escogido, y el 24 de Septiembre fue inaugurado oficialmente el Monument en presencia de les autoridades locales y de la madre y otros familiares de Julio Antonio.
Julio Antonio plantea la obra como si fuera una Piedad, pero la madre, en lugar de sostener a su hijo en brazos está de rodillas y encima de sus piernas descansa el hijo que parece tranquilamente dormido.
El 15 de febrero de 1919 muere Julio Antonio en el Sanatorio Villa Luz de Madrid, donde había ingresado por mediación del Dr. Gregorio Marañón. En el momento de su muerte se hallaba acompañado de su madre y hermanas, del propio Dr. Marañón, Enrique Lorenzo Salazar, Julián Lozano, Lluís Bagaría, Moya del Pino, Vázquez Díaz Y Ramón Pérez de Ayala.
Su muerte fue un auténtico duelo cultural.
Poco antes, el pueblo de Madrid y sus representantes políticos y culturales le rindieron homenaje en la presentación pública del Mausoleo Lemonier.
El proyecto del Faro Espiritual se ideó en Valencia. La obra de unos sesenta metros de altura, se ubicaría en el Cerro de los Ángeles, considerado el centro geográfico de la Península Ibérica.
El proyecto era complejo: en la base cuatro frisos, orientados hacia los cuatro puntos cardinales. El friso del norte representaba, la tierra, el sembrador, el esfuerzo; el del sur, a los hombres de toda la península, incluido Portugal; agricultores, pescadores, mineros; los del este y los del oeste representan el trabajo de la fábrica, del taller, el intelectual, etc.
Finalmente la ejecución del monumento fue adjudicada a Aniceto Marinas.
La Sociedad Wagneriana de Madrid le encargó la creación de un monumento dedicado a Richard Wagner, que se situaría en los alrededores de La Moncloa.
Julio Antonio realizó siete dibujos del proyecto de monumento, la mascarilla del músico, una maqueta y el esbozo definitivo en bronce y a continuación inició el proyecto definitivo, de ocho metros de altura, en barro.
El estallido de la Gran Guerra (1914-1918) generó un conflicto interno en la Sociedad Wagneriana, truncándose las posibilidades de una definitiva realización del proyecto.
De esta escultura monumental sólo se conserva la cabeza. En 1969 el escultor Bruno Gallart realizó una reproducción ubicada actualmente en los jardines del Campo de Marte de Tarragona.
El 1912 el Centro Comercial Hispano-Marroquí promueve la realización en Tarragona de un monumento dedicado al ingeniero y humanista Eduard Saavedra.
Julio Antonio realiza cinco esbozos de este monumento; de los que tres son más ambiciosos que la obra definitiva. El monumento se halla situado en el Parque de Saavedra de Tarragona y consta de un basamento piramidal de piedra y el busto del homenajeado.
Julio Antonio compartió este proyecto con el escultor Sebastián Miranda. La idea surgió de una sociedad de indianos asturianos que presidía la marquesa d’Argüelles y se ubicaría en Oviedo.
El monumento se concibió como una obra compleja y grandiosa quedando sólo en un proyecto, en el que las esculturas eran obra de Julio Antonio y los relieves de Sebastián Miranda.
El 1915 Ignacio de Zuloaga adquirió la familia Lucientes la casa de Fuendetodos donde había nacido Francisco de Goya; y acto seguido abrió una colecta para su restauración, así como para crear un museo y erigir un monumento al pintor aragonés.
El día 8 de Octubre de 1917 se inauguró el Museo Goya en la casa del pintor y el 19 d’Octubre de 1920 el monumento realizado por Julio Antonio en la plaza de la iglesia de Fuendetodos.
El 4 d’abril de 1917 Julio Antonio firma un contrato con la Sociedad de Autores Españoles para la erección de un monumento al compositor Ruperto Chapí.
Este monumento es el único que se ejecutó con la ambientación arquitectónica proyectada por el escultor y supuso, por parte de la crítica, l’aceptación de un nuevo concepto de monumento y el reconocimiento definitivo de nuevos valores escultóricos.
Julio Antonio inició este proyecto en 1918 sin ningún encargo concreto, sino fruto de la consternación que le produjo la trágica muerte del compositor. Su barco fue torpedeado por un submarino alemán en el Canal de la Mancha cuando regresaba del estreno de la versión escénica de Goyescas (1916) en la Metropolitan Opera de Nueva York. El proyecto quedó inacabado por la muerte del escultor en 1919.