El Tapís de Tarragona

El Tapiz de Tarragona

El inicio de la actividad de Joan Miró en el ámbito textil está directamente vinculado al Tapís de Tarragona, iniciado en 1969 conjuntamente con Josep Royo.

En 1966, Maria Dolors, hija del artista, sufrió un grave accidente al ser embestido su coche en un paso a nivel en Mont-roig del Camp; trasladada a la Clínica Monegal de Tarragona, fue atendida solícitamente, hasta que se recuperó, por el doctor Rafael Orozco y su equipo médico.

En agradecimiento a las atenciones recibidas, en 1970 Miró hizo donación de este tapiz al Hospital de la Cruz Roja de Tarragona, del cual, en aquellos momentos, era director el doctor Orozco.

Joan Miró bautizó la obra con el título Tapís de Tarragona, y lo encargó al joven artista Josep Royo, que había contribuido a la renovación de la Fábrica de Tapices Aymat, de Sant Cugat del Vallès, que más adelante sería conocida como la Escola Catalana de Tapisseria, donde se realizaría el primer Tapís.

Aquel proyecto fue el inicio de un camino compartido entre Joan Miró y Josep Royo, que los llevó a la búsqueda de un espacio de creación de sus obras conjuntas, como fue la emblemática Farinera de Tarragona, que vio salir de entre sus muros obras de gran importancia para muchos creadores.

El Tapís de Tarragona, realizado en alto lizo a partir de la pintura original de Joan Miró, es una pieza monumental de 2,80 × 4,20 m, que combina perfectamente plasticidad, textura y color. Este primer tapiz fue elaborado según la técnica experimental que Miró desarrolló junto a Josep Royo, donde las lanas de diferente grosor y los nudos en cabellera configuran una obra que combina las formas rectas y las curvas con los colores y los grafismos más genuinos del último Miró.

En la producción de Miró está presente un vocabulario que designa aspectos del universo interpretado por Miró y sometido a una reducción elemental. En el Tapís de Tarragona, Miró dibuja la línea del horizonte y sobre ella una figura femenina con los brazos estirados hacia el cielo, y que con una extremidad toca la luna mientras que con la otra sujeta una figura abstracta que representa un pájaro.

Otro elemento importante en su obra es la estrella. Formado por cuatro líneas que se cruzan por la parte central, recuerda la sombra que proyectan en el suelo las cañas que sujetan las tomateras, tan presentes en todos los huertos y que seguro que Joan Miró conoció durante las estancias en la masía de su familia en Mont-roig del Camp.

Todos los elementos que forman su composición a modo de rompecabezas son figuras de colores vivos enmarcados por líneas negras que acentúan más aún la vivacidad de los colores. Este uso del contraste de los colores puros delata un cierto regusto infantil en el artista, que se vio mitigado por la precisión de la ejecución de sus formas.