Projecte arbres IV (2003)

Proyecto árboles IV

La trayectoria artística de Antonio Alcàsser (Tírig, 1963) se inicia en el mundo del grabado, y ha ido evolucionando hacia la pintura, con el uso de nuevas técnicas a través de las cuales crea un lenguaje propio para comunicarse con el espectador.

En sus últimos trabajos quiere plantear el misterio de la vejez y la relación de los mayores con los niños. Intuye una curiosa sensación entre hombres y árboles; una relación entre los seres humanos y la naturaleza, en la que los árboles se convertirían personas y las personas en árboles. Abuelos y nietos forman una relación de cariño y solidaridad. Los abuelos son nuestras raíces; los nietos, el árbol pequeño protegido que se hará mayor. Alcàsser profundiza, pues, en estas relaciones humanas que tienen su proyección en la naturaleza.

Las interminables llanuras de Bélgica (el “plano país”, que diría Brel) se han convertido, por razones personales, en paisaje habitual para Antonio Alcàsser. El artista se confiesa fascinado por una imagen frecuente en ese país: un gran árbol en medio de la llanura, flanqueado por otro árbol más pequeño. Esta imagen ha servido al artista para construir una sugerente metáfora sobre el trayecto vital de las personas. Si el tiempo nos hace como grandes árboles, firmemente arraigados al suelo, otros vástagos van apareciendo a nuestro alrededor. Plantones o “proyectos de árbol” que serán también árboles robustos en un futuro. La complicidad y el afecto que unen invariablemente generaciones alternas (es decir, abuelos y nietos) nos hablan del paso del tiempo. Como el árbol centenario ve crecer a su alrededor árboles pequeños, las generaciones de individuos se suceden en una cadena sin fin.

Cabe destacar el recurso expresivo elegido por Alcázar para construir este discurso sobre el devenir de la vida. Las cintas de vídeo y audio están pegadas sobre la superficie de la obra para configurar imágenes. Rostros y figuras emergen entre líneas, como resultado del contraste de tonos entre las bandas. Cintas que han servido para grabar sonidos e imágenes, que han almacenado sucesos; es decir, líneas negras cargadas de memoria propia. Alcàsser ha hecho de esta peculiar modalidad de collage hibridado con pintura su “marca de fábrica”. Un hábil recurso para servirse de las connotaciones inherentes al material.

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