Hermana I

El trabajo de Barbara Stammel se caracteriza por los retratos de gran formato, representados hasta los hombros y sobre un fondo blanco, como si se tratara de una fotografía de carnet que no da ninguna pista sobre la identidad de la persona retratada.
En la obra Hermana I, el artista pinta directamente sobre la tela sin un dibujo o esbozo previo; aplica la pintura con pinceladas grandes y rápidas, pero también utiliza los dedos, a modo de pincel, para conseguir toda la expresividad que busca en sus rostros.
Una de las cosas que más llama la atención de esta obra es su mirada. Nos mira directamente a los ojos, como si quisiera estudiar o interrogar mientras arquea ligeramente una ceja. Su mirada se hace aún más enigmática si observamos detenidamente el color de sus ojos. En uno apreciamos el color azul, pero en el otro vemos el gris. La respuesta al porqué de este color la encontramos observando el conjunto del rostro, ya que el artista ha querido representar el efecto que tiene la luz al incidir en ella, desde el
lateral izquierdo.
Entre los colores que ha utilizado para el rostro, encontramos diferentes tonalidades de azules, el gris e incluso el rojo, que son más vivos y claros en esa parte donde la luz incide directamente, mientras que la otra parte queda ligeramente oscurecida , y resalta la sombra que se proyecta junto a la nariz y del cuello.
El efecto de vibración, la frialdad de los colores, la expresión seria y la mirada interrogativa hacen que esta figura pase a ser un espectador más de la sala que nos observa al entrar; intenta descubrir algún aspecto sobre nuestra identidad, como nosotros hacemos cuando la observamos a ella.
La forma en que ha realizado el pelo, superponiendo pinceladas marrones, amarillas y negras, junto con las salpicaduras de pintura de su alrededor, proporcionan al rostro un cierto movimiento o vibración que se ve reforzado por las grandes pinceladas.