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Entrada gratuita

Itziar

Exposición Temporal

Las estatuas. Itziar Okariz

Actual

27/06/2025 - 05/10/2025

cansados o benévolos, nos escuchamos.

Maurice Blanchot, La conversación infinita

 

“Las estatuas”, de Itziar Okariz, es el tercer proyecto que concluye el ciclo de exposiciones, Derecho a Réplica, empezado en 2023 con Cristina Garrido y continuado el año siguiente con Núria Güell. 

Con estas exposiciones se propuso pensar la colección del Museu d’Art Modern de Tarragona, planteando cuestiones urgentes desde la creación actual, ampliando el contexto de las autorías involucradas. La estrategia ha consistido en presentar un audiovisual en un espacio próximo a la entrada del museo y, en la planta primera, insertar otras obras de las artistas, complementarias al vídeo, entre la colección permanente.

Estos encuentros activaban diálogos y choques, formulando preguntas legítimas sobre el porqué y el cómo del legado que se ha ido acumulado en el museo. La cuestión radica en interpelar este legado y su institución, volver a hacerlo todas las veces que haga falta y con todas las voces posibles.

Itziar Okariz presenta ahora un vídeo junto a dos transcripciones y, finalmente, una acción que se realizará el día de la inauguración, el viernes 27 de junio, en una sala del museo.

En el vídeo la artista habla con una cabeza esculpida por Oteiza en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Asistimos a un encuentro y a la conversación que se origina entre Okariz y la escultura. 

Las otras obras, que se han instalado en la primera planta del museo, consisten en dos transcripciones integrales, una en inglés y la otra en castellano, de dos vídeos de la misma serie y análogas situaciones, en los que Okariz dialoga con otras estatuas en el idioma del país donde se conservan y se exponen. Se presentan solo los textos, sin los vídeos.

Finalmente, la acción que la artista realiza el día de la inauguración se basa en una lectura en voz alta frente al público del museo de las transcripciones (¿pero se trata también de traducciones?) de unos sueños que Okariz ha tenido a lo largo de los últimos meses y que, al despertar, ha apuntado rápidamente “sin parafernalia, sin andamiaje”.

Las obras de Itziar Okariz constituyen ejercicios para interpelar eficaz y afectivamente lo que nos rodea, dentro y fuera de un museo; partiendo de su cuerpo, la artista trabaja con el lenguaje. Sustrae todo lo superfluo para desplazarnos en una tierra baldía que antecede el habla y la voz; aunque haga uso de ambas, sus palabras nunca llegan a convertirse en discurso.

A través de reiteraciones e interrupciones, el habla y la respiración, la artista trata de representar la estructura que articula y sostiene el lenguaje. La congela justo en el momento anterior a que este se adhiera a la norma, restituyéndonos así un lenguaje despojado de lo innecesario y capaz de aguardar toda la potencia poética de lo inevitable.

No estoy seguro de que la palabra ejercicio describa adecuadamente la investigación ni las acciones de Itziar Okariz. Y, aunque tampoco sea del todo correcto, el término ensayo me gusta más que ejercicio, ya que conserva ciertas actitudes próximas a la experimentación y a la repetición. Por descontado, es francamente inútil tratar de definir una práctica tan amplia y reconocida, por su recorrido, y radical, por su contenido y forma, como la de esta artista. 

Como una visita habitual a un museo que nos interese, el ensayo vive en un estado tanto de repetición como de experimentación continuas, distanciadas solamente por la necesaria interrupción entre una visita y la siguiente, como si fuera un encuentro anhelado y añorado con un ser querido. Se trata en efecto de repetir y prestar atención a las diferencias, no tanto a lo que se pueda mejorar o aprender como en hallar aquella variación nimia que aflora en reiterar una y otra vez una acción partiendo de premisas idénticas o muy similares. Durante todo ensayo, inevitablemente, se da un movimiento, un gesto, un tono, un acento otro. Siempre y solo un poco diferente de lo anterior. Refiriéndose al ensayo como género literario, Barthes escribe que “no se trata ni de narrar, ni de edificar, ni de instruir, sino quizás de provocar acontecimientos”.

A través de sus trabajos nos asomamos a fragmentos de los diálogos que la artista establece con lo inanimado y, quizá, con lo intraducible. En todo caso, se trata de conversaciones entre ella y un interlocutor silencioso aunque muy persistente. Okariz observa, interpela, escucha, reacciona, habla, transcribe y presta su voz. Y vuelve a empezar. Una y otra vez. El público se convierte así en testigo de fragmentos de conversaciones infinitas, durante una visita a un museo, sin cortes ni edición. Así mismo, escuchamos la voz de la artista que presenta las huellas dejadas por sus sueños y que al levantarse ha podido recordar y a los que trata de dar forma traduciéndolas en palabras esenciales.

Transcripciones y traducciones. Cuando la voz se interrumpe, el silencio evidencia su respiración. El cara a cara de la artista con la escultura de Oteiza es una acción que se da en el espacio público del museo, un lugar que es de todos y que todos tenemos el derecho de interpelar y contestar. La conversación con las estatuas es una experiencia inevitable para cualquiera que se acerque a una obra concentrándose y dilatando el tiempo de lectura de lo que tenemos enfrente, para observar y escuchar. Normalmente en silencio. He aquí la modificación decisiva que Itziar Okariz introduce, el levantar su voz basta para incluirnos en estas conversaciones.

Conversaciones que parecen haber empezado antes de la llegada del espectador, así como los sueños anteceden el despertar y, desde luego, podrían continuar indeterminada e infinitamente.

Del 5 de julio al 29 de septiembre de 2025 en el Museu d'Art Modern de la Diputació de Tarragona.